Paren todo, quiero leer
A veces, es necesario bajarse del mundo y tomar una pausa. Pero, ¿podemos permitirnos esto?
Soy escritora y correctora de textos independiente. Por mi trabajo, a veces, la suerte o la desgracia, me deja tiempo libre entre semanas. Sí, en pleno horario laboral. Debo confesar que eso me provoca un poco de ansiedad, porque... si no trabajo ahora, cuál será el presupuesto del mes entrante.
En medio de esos ataques de ansiedad, últimamente, lo más fácil era prender una serie o una peli de bajo contenido y moverme por la casa mientras hago cosas. Hace dos semanas, cocinaba viendo una serie, echaba el lavado viendo una serie y, debo confesar, iba al baño viendo una serie.
¿Que si me relajé y disfruté mi tiempo libre? ¡Para nada! El ruido constante parecía aumentar mi dolor de cabeza y mi preocupación. Además, tenía la culpa por las nubes, es que "no estaba haciendo nada productivo".

El problema es que tampoco tenía ganas de pensar. Hasta que el lunes, decidí romper el círculo y buscar un libro en la tienda de mi Kindle. Nada profundo, algo "pochoclero", como decimos en mi país. Es decir, un libro que me entretuviera sin más.
Cuando iba por la mitad, me di cuenta de que llevaba dos días sin ver series. Pero, además, llevaba dos días ¡sin lavar ropa! (esto puede llevar al caos a una casa con dos niños). Es que claro, si estaba leyendo no podía hacer nada más. Todo lo contrario de cuando tenía las series prendidas día y noche.
Y ahí me asaltó la pregunta: En este mundo que idolatra la productividad, ¿qué tan dispuestos estamos a frenar y leer un libro? Es que cuando leemos, el mundo se para. Con un buen libro entre las manos, todo lo demás deja de existir y las páginas cobran vida. Entonces, el mundo se pausa.
Quizás, por eso la gente ya no lee tanto. Las presiones sociales nos obligan a generar constantemente, a no quedarnos quietos, a mostrarnos. Y leer es todo lo contrario, es irse hacia adentro y habitar la fantasía. Pero yo, como buena contrera, me niego a ese mandato y decido viajar desde el sillón de casa con una mantita y un café.
Olvidarme del hacer constante, de esa vocecita que te dice "si no estás haciedo algo productivo no sirves para nada", es fantástico. Volví a mi esencia. Volví a leer después de varias semanas. Volví a escribir.
A veces, parar el mundo y sentarse con libro puede ser todo lo que necesitas.